miércoles, 31 de agosto de 2011

Borromini y Roma

Cúpula de San Carlino alle Quattro Fontane
Muchas son las leyendas en torno a la figura de este artista, especialmente la que cuenta su rivalidad con Bernini porque su oponente le quitó el puesto de principal arquitecto del papado, en un momento en el que Roma se redefinía (otra vez) para convertirse en la Caput Mundi, la ciudad del Papa. De hecho, algunos de los lugares más típicos de la Roma actual fueron ideados por Bernini.

Otra historia es que llevó su sentido crítico a tal extremo que se suicidó por no alcanzar nunca la perfección, convirtiéndolo en una especie de eterno buscador de la Belleza. La realidad no fue exactamente así, si no que, ya enfermo en la cama, con mal carácter tras una noche de insomnio y enfadado porque su criado le obligaba a descansar, se clavó su propia espada, muriendo unas cuarenta horas después.

Pero no pretendo escribir sobre su vida, si no sobre sus obras. Porque Borromini es uno de los arquitectos más originales de Roma y, por ende, de Occidente. Luchó contra las imposiciones del clasicismo, intentando librarse de las normas importadas del pasado para reivindicar la creatividad individual. O eso dicen sus biógrafos. Lo que sí es fácilmente constatable es que los edificios por él proyectados son diferentes, juega con la arquitectura, la convierte en su propia decoración. Para conocer bien Roma es necesario hacer una visita a los edificios de Borromini.

Uno de ellos es de acceso algo difícil, Sant'Ivo alla Sapienza, que tal sólo abre los domingos de 9 a 12 horas, con misa en medio en la que no se pueden hacer visitas turísticas. Sin embargo, vale la pena acercarse a ver esa pequeña joya blanca. Y si coincide que hay misa no hay ningún problema, se espera en la cercana cafetería Sant'Eustachio tomando uno de los mejores cafés de Roma y observando el cimborrio en espiral, un capricho que parece salido de una pastelería. El patio sin ángulos rectos por el que se accede a la iglesia también es obra de Borromini y abre diariamente.

Patio y fachada de Sant'Ivo alla Sapienza

Siguiendo en la misma línea blanca, puramente arquitectural, es la también reducida San Carlino alle Quattro Fontane. La fachada ya apunta que la línea recta prácticamente no existe, el entablamento se vuelve blando y todo es un juego de cóncavos y convexos que se continúan al interior del templo y en el pequeño claustro. La pequeña iglesia se cierra con una cúpula ovalada.


Fachada de Sant'Agnese in Agone

Sant'Agnese in Agone, al centro de la piazza Navona, es la más rica de todas, con el interior lleno de mármoles de colores, relieves y esculturas de mármol. Al exterior sigue con el juego curvo de San Carlino, más monumental como el lugar lo requiere, al fin y al cabo Borromini tenía que lograr que su fachara no desapareciera frente a la increíble Fonte dei Quattro Fiumi de Bernini.


Cúpula y bóvedas de Sant'Agnese in Agone

La última obra de Borromini es el complejo del Oratorio dei Filippini, junto a la Chiesa Nuova, en el que se incluyen, además, la biblioteca y distintos aposentos. No obstante, tan sólo es posible la contemplación de la fachada ya que actualmente parece ser que está cerrado al público o hemos tenido la mala suerte de encontrarlo siempre cerrado. 

Las iglesias y patios de Borromini suponen contemplar uno de los barrocos más originales, personales y hermosos, todo un placer para los sentidos.


Claustro de San Carlino alle Quattro Fontane