Palazzo papale custodiado por la guardia suiza |
La visita a Castel Gandolfo es la excusa perfecta para alejarse un poco del ajetreo de Roma y pasar una mañana tranquila en un lindo pueblecillo junto a un lago. El enclave ofrece veladores donde tomar café, la posibilidad de dar un paseo por su calle principal, de plaza a plaza, de disfrutar de las vistas desde el mirador y poco más, sin grandes pretensiones. No obstante, el lugar es pintoresco y si no se visita con la idea de encontrar una gran actividad cultural, se puede pasar un rato muy agradable y, sobre todo, tranquilo.
Vista del lago Albano desde el mirador |
Su pequeño tamaño y su posición elevada ya se aprecian desde el tren, que bordea el lago Albano, desde donde se puede contemplar la silueta alargada del pueblo en la que sólo destaca la cúpula del observatorio astronómico papal.
Su estación del ferrocarril se encuentra junto a una carretera de montaña en cuesta, con curvas y prácticamente sin arcen. Tomando el camino de la derecha y subiendo por la carretera aparece una de las entradas del recinto del papado y, bordeando su muralla, se llega a una de las puertas de la ciudad, tras la cual se abre la plaza principal, la Piazza della Libertà, con la entrada al palacio pontificio, el Ayuntamiento, una iglesia (Santo Tomás de Villanueva, nada especial) y la fuente propia de toda plaza que se precie.
Su estación del ferrocarril se encuentra junto a una carretera de montaña en cuesta, con curvas y prácticamente sin arcen. Tomando el camino de la derecha y subiendo por la carretera aparece una de las entradas del recinto del papado y, bordeando su muralla, se llega a una de las puertas de la ciudad, tras la cual se abre la plaza principal, la Piazza della Libertà, con la entrada al palacio pontificio, el Ayuntamiento, una iglesia (Santo Tomás de Villanueva, nada especial) y la fuente propia de toda plaza que se precie.
Piazza della Libertà |
Aquí nace la calle más comercial, via Carlo Rosselli, con tiendecillas de cerámica y de joyas artesanales, restaurantes y cafeterías con veladores en la calle, que acaba en otra placita, y con ella el pueblo. A la izquierda de este eje surge un mirador al lago y algún hotel y restaurante con fantásticas vistas.
Via Carlo Rosselli |
Y esto es Castel Gandolfo, un lugar escondido, pequeño y encantador con fantásticas vistas y una tranquilidad en el aire fresco de la cima de la colina que explican que los papas eligieran este enclave como lugar de reposo veraniego.