martes, 12 de abril de 2011

Los secretos de la basílica de San Clemente


No muy lejos del Coliseo se encuentra un templo muy particular. La basílica de San Clemente es una de esas iglesias que pasan desapercibidas para la mayor parte de los turistas que visitan la ciudad y, sin embargo, es uno de los edificios más interesantes que atesora y una opción diferente para el viajero. Su origen ya da constancia de su excepcionalidad, pues el terreno que hoy ocupa fue, en su día, el enclave donde se situaba la casa del futuro papa San Clemente, el tercero en suceder a San Pedro, y allí siguen sus reliquias. 


El atributo con el que se representa a este santo, un ancla, deriva de una leyenda del siglo IV que cuenta que, tras ser condenado a trabajos forzados en Crimea, cristianizó a los presos y a los militares que los custodiaban. Entonces, para acabar con el problema que representaba, se decantaron por martirizarlo. Así, San Clemente fue atado a un ancla y arrojado al Mar Muerto. Meses después ocurrió el milagro:  De pronto las aguas se retiraron y apareció su sepulcro, realizado por ángeles.

Su residencia se convirtió muy pronto en un lugar de culto cristiano, y unos cuatrocientos años después de su muerte, sobre su propia casa, se levantó una  basílica. En 1857, el padre Joseph Mullooley encontró esta  primera iglesia del siglo IV bajo la actual, que data del siglo XII. Sin embargo, y aquí comienza lo más particular, en un nivel aún más inferior aparecieron restos de construcciones residenciales previas al gran incendio de Nerón del 64 d.C., tanto estancias de una domus como de insulae, y lo más curioso, un templo dedicado a Mitra con su recibidor, su triclinium donde acontecían los banquetes en dedicatoria al dios, y su escuela para la iniciación en sus ritos y doctrinas.  


Mitra es una divinidad de origen persa que contó con un gran número de fieles en el Imperio, especialmente soldados. Según la leyenda, bastante confusa en algunas partes, este héroe vivió en un periodo previo a la creación de la vida en la tierra y él mismo nació de una roca. Apolo, en forma de cuervo, le encargó la misión de esparcir por la tierra la sangre de un toro, la cual tenía las propiedades de crear la vida y la fertilidad, residiendo en sus venas la plenitud vital de la existencia. Con la ayuda de un perro y una serpiente, Mitra consiguió vencer al toro y de su sangre nació la vida vegetal y la animal. Sin embargo, un alacrán contaminó parte de la sangre, y con ello apareció el mal en el mundo. El triclinium está centrado por un ara en el que, en el relieve de una de sus caras, aparece el momento culminante del mito, cuando Mitra clava su puñal al toro.

Así, la visita a esta iglesia se convierte en un interesante recorrido por la historia, la leyenda, la religión y la mitología a partes iguales.