Roma está preciosa en primavera. Los balcones se pueblan de plantas y flores y le dan un aire romántico y atemporal que, mezclado con ese particular color castaño de sus muros, tostado y añejo, la sumerge en una atmósfera de ensueño. O quizás así la siento yo, romántica empedernida.
A pesar de que abril ya se aleja inexorablemente, aunque estemos en junio y lejos de Sevilla, no puedo evitar recordar unos versos de Antonio Machado que aprendí hace muchos tiempo, con ocho años, cada vez que veo los floridos balcones romanos, tan radiantes:
A pesar de que abril ya se aleja inexorablemente, aunque estemos en junio y lejos de Sevilla, no puedo evitar recordar unos versos de Antonio Machado que aprendí hace muchos tiempo, con ocho años, cada vez que veo los floridos balcones romanos, tan radiantes:
Abril florecía
frente a mi ventana,
Entre los jazmines
y las rosas blancas
de un balcón florido,
vi las dos hermanas.
...
Abril florecía
frente a mi ventana.
Fue otro abril alegre
y otra tarde, plácida.
El balcón florido
solitario estaba...
El principio y el fin. En realidad, nunca me interesaron demasiado los versos lúgubres de esta poesía... Tan sólo el esplendor primaveral que describe, esa fuerza tan sevillana y, a la vez, tan romana, que me encanta encontrar en los sitios que visito.