lunes, 15 de agosto de 2011

El Cenacolo Vinciano de Milán

Refectorio, cuartel, escombros tras la bomba que cayó en el Monasterio de Santa Maria delle Grazie en 1943, y hoy uno de los espacios expositivos más visitados de la ciudad. En efecto, la vida del hoy conocido como Cenacolo Vinciano de Milán no ha sido fácil y que haya llegado hasta nosotros ha sido cuestión de suerte.
Vista del Cenacolo y la Crocifissione del Montorfano tras el bombardeo de 1943
En ella se custodia uno de las obras más reproducidas de la Historia del Arte, la Última Cena de Leonardo da Vinci, que ya, por sí misma, que siga en la pared es un milagro ya que da Vinci utilizó una técnica experimental y que no dio muy buen resultado: la tempera sobre la pared seca en vez de la tradicional técnica del fresco. Los resultados inmediatos parece ser que fueron excelentes ya que esta técnica le permitía a Leonardo rectificar errores y conseguir mejores detalles.


La obra fue ejecutada entre 1494 y 1497, y es sabido que el trabajo fue bastante inconstante. Unos 20 años después la pintura ya presentaba signos de avanzado deterioro, tanto es así que en el seicento, el cardenal Federico Borromeo encarga al Vespino una copia, aunque no la llama copia sino reliquia, de la Última Cena de Leonardo. Tras la última restauración en 1999, la pintura ha vuelto a su composición original eliminando todos los añadidos.

La Última Cena de Leonardo da Vinci

Visitar este espacio es algo único. La visita dura 15 minutos y hay que reservarla con antelación (http://www.vivaticket.it/?op=cenacoloVinciano) pero merece la pena.

Lo primero que se hace es esperar unos minutos a que abran las puertas. Mientras tanto os aconsejamos que leaís los paneles que os darán bastante información sobre el monasterio y sobre el cenacolo. Después se accede a un sistema de puertas que se abren y cierran alternativamente para conservar la temperatura, que no hacen más que aumentar la expectación del visitante, deseoso de que se abra la última barrera entre el claustro y el antiguo refectorio.

Una vez que se traspasa la penunbra invadirá vuestras pupilas que tardaran unos segundos en hacerse con la tenue luz con la que se custodia las pinturas, porque no sólo está presente la cena, si no que también se puede contemplar la Crucifixión del Montorfano, una obra entre el gótico y el Renacimiento que también merece la pena ser contemplada. Y es lo primero que os recomendamos que hagáis, porque miengtras que una marea de personas va hacia la pintura de Leonardo, podréis tener para vosotros solos esta otra pared.
Crociffisione del Montorfano
Una vez vista esta otra pintura es el momento de llegar a La Última Cena y observar todos sus detalles, sentarse en los bancos puestos en frente de ella para tener una visión similar a la que tendrían los mojes durante sus comidas, deleitarse con su perpectiva y con las diversas posiciones de los apostoles, y por qué no, ser uno más de aquella mesa.