viernes, 26 de agosto de 2011

Los Caravaggios de Nápoles


 Nápoles tiene la fortuna de ser una de las ciudades en las que vivió Caravaggio. El pintor lombardo llegó a ella tras ser sentenciado a muerte en los territorios pontificios por un asesinato cometido en Roma. Gracias a este episodio turbulento de su vida, Nápoles pudo contar con su presencia durante unos años en los que, como es lógico, aprovechó para seguir trabajando. En la actualidad la ciudad conservan tres pinturas suyas.

La primera de ellas es La Flagelación de Cristo, conservada en el Museo Capodimonte. Su ubicación no puede ser más sugestiva. Se encuentra en la segunda planta, en una pequeña y oscura sala al fondo de un largo pasillo, por lo que el cuadro se ve desde las demás salas, y con la lejanía se potencia aún más su efecto óptico. El verismo del cuerpo de Cristo es asombroso. Y así, poco a poco mientras se va recorriendo el museo, el Caravaggio, siempre presente, va haciéndose mayor, hasta que por fin se consigue llegar a él. Es un cuadro que no defrauda.




No se puede decir lo mismo de la Santa Úrsula de la sede central de la Intesa Sanpaolo. Quizás la entrada sea algo cara, ya que tiene precio de museo aunque en realidad la colección se compone del Caravaggio y un par de salas con pequeños paisajes. En esta pintura, que está considerada la última pintura que realizó en Nápoles, falla algo. Ahora que ha sido de nuevo restaurado se ve que el claroscuro no era tan drástico y que entre el negro inteso y los detalles iluminados había detalles. Pero estos semitonos prácticamente han desaparecido, posiblemente sea debido a alguna limpieza exagerada en una mala restauración, dándole a la pintura un aspecto un poco fantasmagórico.



La más compleja de todas es la pintura realizada para la iglesia del Monte Pio della Misericordia que representa la labor realizada por esta organización caritativa, Las siete obras de misericordia. Los hermanos decidieron en asamblea en 1613, tan sólo seis años después de que Caravaggio acabara su cuadro, de que nunca podría ser vendido. Lo han cumplido y hoy se sigue pudiendo admirar in situ, todo un privilegio porque así, en su lugar, se puede observar con su verdadera luz, tal y como Caravaggio lo concibió, e insertado en el programa iconográfico de la iglesia. No obstante, hasta hace poco tiempo las condiciones en las que se encontraba no eran las más apropiadas, pues estaba sucio e iluminado frontalmente por un neón. En la actualidad la congregación ha hecho varias modificaciones: el cuadro ha sido restaurado y se ha cambiado todo el sistema de iluminación. A cambio, la entrada ya no es gratuita, aunque incluye la visita a toda su colección pictórica y el audioguía, muy aconsejable porque explica tanto las pinturas como la historia del Monte Pio della Misericordia.

El tema de esta pintura, un rompimiento de gloria y siete episodios condensados en un sólo lienzo, obligaba a colocar en poco espacio un gran número de personajes, que Caravaggio localizó en una calle de Nápoles. La confusión que generan las figuras es sólo aparente y ha disminuido tras su reciente restauración, con la que han aparecido detalles antes perdidos, como las gotas de leche cayendo por la barba del anciano situado a la derecha. Para evitar el caos, se tendió a la simplificación, logrando que algunas de las figuras representaran dos episodios al mismo tiempo. La parte superior es uno de los rincones más bellos salidos del pincel de Caravaggio, con la Virgen atenta a lo que ocurre en la calle mientras el Niño intenta girar su cabeza para contemplar también, sostenidos por dos ángeles mancebos donde el pintor demostró toda su maestría. El resultado es uno de los cuadros más interesantes de Caravaggio. 



Caravaggio es uno de los pintores más impresionantes de toda la historia de la pintura. Su breve producción hace aún más interesante que una ciudad tenga tres de sus cuadros, dándole a Nápoles otro motivo más por la que vale la pena visitarla.