miércoles, 31 de agosto de 2011

Borromini y Roma

Cúpula de San Carlino alle Quattro Fontane
Muchas son las leyendas en torno a la figura de este artista, especialmente la que cuenta su rivalidad con Bernini porque su oponente le quitó el puesto de principal arquitecto del papado, en un momento en el que Roma se redefinía (otra vez) para convertirse en la Caput Mundi, la ciudad del Papa. De hecho, algunos de los lugares más típicos de la Roma actual fueron ideados por Bernini.

Otra historia es que llevó su sentido crítico a tal extremo que se suicidó por no alcanzar nunca la perfección, convirtiéndolo en una especie de eterno buscador de la Belleza. La realidad no fue exactamente así, si no que, ya enfermo en la cama, con mal carácter tras una noche de insomnio y enfadado porque su criado le obligaba a descansar, se clavó su propia espada, muriendo unas cuarenta horas después.

Pero no pretendo escribir sobre su vida, si no sobre sus obras. Porque Borromini es uno de los arquitectos más originales de Roma y, por ende, de Occidente. Luchó contra las imposiciones del clasicismo, intentando librarse de las normas importadas del pasado para reivindicar la creatividad individual. O eso dicen sus biógrafos. Lo que sí es fácilmente constatable es que los edificios por él proyectados son diferentes, juega con la arquitectura, la convierte en su propia decoración. Para conocer bien Roma es necesario hacer una visita a los edificios de Borromini.

Uno de ellos es de acceso algo difícil, Sant'Ivo alla Sapienza, que tal sólo abre los domingos de 9 a 12 horas, con misa en medio en la que no se pueden hacer visitas turísticas. Sin embargo, vale la pena acercarse a ver esa pequeña joya blanca. Y si coincide que hay misa no hay ningún problema, se espera en la cercana cafetería Sant'Eustachio tomando uno de los mejores cafés de Roma y observando el cimborrio en espiral, un capricho que parece salido de una pastelería. El patio sin ángulos rectos por el que se accede a la iglesia también es obra de Borromini y abre diariamente.

Patio y fachada de Sant'Ivo alla Sapienza

Siguiendo en la misma línea blanca, puramente arquitectural, es la también reducida San Carlino alle Quattro Fontane. La fachada ya apunta que la línea recta prácticamente no existe, el entablamento se vuelve blando y todo es un juego de cóncavos y convexos que se continúan al interior del templo y en el pequeño claustro. La pequeña iglesia se cierra con una cúpula ovalada.


Fachada de Sant'Agnese in Agone

Sant'Agnese in Agone, al centro de la piazza Navona, es la más rica de todas, con el interior lleno de mármoles de colores, relieves y esculturas de mármol. Al exterior sigue con el juego curvo de San Carlino, más monumental como el lugar lo requiere, al fin y al cabo Borromini tenía que lograr que su fachara no desapareciera frente a la increíble Fonte dei Quattro Fiumi de Bernini.


Cúpula y bóvedas de Sant'Agnese in Agone

La última obra de Borromini es el complejo del Oratorio dei Filippini, junto a la Chiesa Nuova, en el que se incluyen, además, la biblioteca y distintos aposentos. No obstante, tan sólo es posible la contemplación de la fachada ya que actualmente parece ser que está cerrado al público o hemos tenido la mala suerte de encontrarlo siempre cerrado. 

Las iglesias y patios de Borromini suponen contemplar uno de los barrocos más originales, personales y hermosos, todo un placer para los sentidos.


Claustro de San Carlino alle Quattro Fontane

sábado, 27 de agosto de 2011

La Molle Antonelliana - Museo Nazionale del Cinema de Turín



Cualquiera que viaje a Turín podrá ver muchos edificios de arquitectos de primera línea, tales como Guarino Guirini o Filippo Juvarra, pero seguramente habrá uno que le sea familiar, sobre todo si el viajero es de la Comunidad Económica Europea. Se trata de la Molle Antonelliana, cuya cúpula es la imagen de las monedas de 2 céntimos de Italia además de haber sido el icono de los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebraron en 2006 en la ciudad piemontesa.

En origen fue proyectada como sinagoga para la comunidad judía torinesa, pero la complicada relación entre ésta y el arquitecto llevaron a la paralización de las obras en 1869 tras la modificación de la altura del proyecto, que alcanzaría los 113 metros, 47 más de los proyectados. Sin embargo, el edificio puedo ser finalizado gracias a que la ciudad cambió unos terrenos cercanos al Parco Valentino por el edificio, que finalmente alcanzó 167 metros de altura.



Desde 1908 hasta 1938 albergó el Museo del Risorgimiento, hoy en el Palazzo Carignano, y en 1953 una tormeta destruyó 47 metros del pinaculo. La vida de la Molle no ha sido fácil, pero desde 2000 vuelve a ser visitable para el público gracias a la apertura del Museo Nazionale del Cinema, una joya y visita ineludible para los amantes de séptimo arte.

El recorrido comienza con las salas dedicadas a los orígenes del cine, con todas las invenciones que hicieron  que imagenes  sin movimiento pasaran a tener vida durante unos instantes. Lo mejor de todo no es que sólo se expongan estos objetos, si no que se explican las leyes de la óptica por las que se rigen y se muestra el funcionamiento de los mismos.

Tras ello, y con un recorrido horizontal y no vertical, se recorre el perimetro del edificio pasando por diversas áreas en las que se mezcla material original de algunos de los mitos del cine, no sólo italiano, con escenografías en las que se proyectan escenas de diversas películas, algunas son clásicos, otras menos conocidas hasta el momento de la visita.



Aunque todo el museo es interesante, hay dos elementos que nos llamaron particularmente la atención. El primero fue que en el hall del edificio hay butacas reclinadas con altavoces integrados en el cabecero, que te permiten ver las escenas, seleccionadas por categorías de películas, que se proyectan en dos grandes pantallas, y también aquellas que se proyectan en la cúpula. El segundo se trata del ascensor que conduce hasta lo alto del edificio, que en vez de hacerse por el interior de la cúpula se eleva desde el centro del edificio, por lo que parece que estemos en una película futurista, y nos lleva hasta el exterior de la misma, donde las vista sobre la ciudad tan sólo compiten con aquéllas que ofrece la Basílica de la Superga.

Si vais a Turín os recomendamos que visitéis este museo, pero que lo hagáis sin prisa ya que merece la pena fijarse en cada detalle y estar un buen rato tumbados, viendo escena tras escena.


viernes, 26 de agosto de 2011

Los Caravaggios de Nápoles


 Nápoles tiene la fortuna de ser una de las ciudades en las que vivió Caravaggio. El pintor lombardo llegó a ella tras ser sentenciado a muerte en los territorios pontificios por un asesinato cometido en Roma. Gracias a este episodio turbulento de su vida, Nápoles pudo contar con su presencia durante unos años en los que, como es lógico, aprovechó para seguir trabajando. En la actualidad la ciudad conservan tres pinturas suyas.

La primera de ellas es La Flagelación de Cristo, conservada en el Museo Capodimonte. Su ubicación no puede ser más sugestiva. Se encuentra en la segunda planta, en una pequeña y oscura sala al fondo de un largo pasillo, por lo que el cuadro se ve desde las demás salas, y con la lejanía se potencia aún más su efecto óptico. El verismo del cuerpo de Cristo es asombroso. Y así, poco a poco mientras se va recorriendo el museo, el Caravaggio, siempre presente, va haciéndose mayor, hasta que por fin se consigue llegar a él. Es un cuadro que no defrauda.




No se puede decir lo mismo de la Santa Úrsula de la sede central de la Intesa Sanpaolo. Quizás la entrada sea algo cara, ya que tiene precio de museo aunque en realidad la colección se compone del Caravaggio y un par de salas con pequeños paisajes. En esta pintura, que está considerada la última pintura que realizó en Nápoles, falla algo. Ahora que ha sido de nuevo restaurado se ve que el claroscuro no era tan drástico y que entre el negro inteso y los detalles iluminados había detalles. Pero estos semitonos prácticamente han desaparecido, posiblemente sea debido a alguna limpieza exagerada en una mala restauración, dándole a la pintura un aspecto un poco fantasmagórico.



La más compleja de todas es la pintura realizada para la iglesia del Monte Pio della Misericordia que representa la labor realizada por esta organización caritativa, Las siete obras de misericordia. Los hermanos decidieron en asamblea en 1613, tan sólo seis años después de que Caravaggio acabara su cuadro, de que nunca podría ser vendido. Lo han cumplido y hoy se sigue pudiendo admirar in situ, todo un privilegio porque así, en su lugar, se puede observar con su verdadera luz, tal y como Caravaggio lo concibió, e insertado en el programa iconográfico de la iglesia. No obstante, hasta hace poco tiempo las condiciones en las que se encontraba no eran las más apropiadas, pues estaba sucio e iluminado frontalmente por un neón. En la actualidad la congregación ha hecho varias modificaciones: el cuadro ha sido restaurado y se ha cambiado todo el sistema de iluminación. A cambio, la entrada ya no es gratuita, aunque incluye la visita a toda su colección pictórica y el audioguía, muy aconsejable porque explica tanto las pinturas como la historia del Monte Pio della Misericordia.

El tema de esta pintura, un rompimiento de gloria y siete episodios condensados en un sólo lienzo, obligaba a colocar en poco espacio un gran número de personajes, que Caravaggio localizó en una calle de Nápoles. La confusión que generan las figuras es sólo aparente y ha disminuido tras su reciente restauración, con la que han aparecido detalles antes perdidos, como las gotas de leche cayendo por la barba del anciano situado a la derecha. Para evitar el caos, se tendió a la simplificación, logrando que algunas de las figuras representaran dos episodios al mismo tiempo. La parte superior es uno de los rincones más bellos salidos del pincel de Caravaggio, con la Virgen atenta a lo que ocurre en la calle mientras el Niño intenta girar su cabeza para contemplar también, sostenidos por dos ángeles mancebos donde el pintor demostró toda su maestría. El resultado es uno de los cuadros más interesantes de Caravaggio. 



Caravaggio es uno de los pintores más impresionantes de toda la historia de la pintura. Su breve producción hace aún más interesante que una ciudad tenga tres de sus cuadros, dándole a Nápoles otro motivo más por la que vale la pena visitarla.

jueves, 25 de agosto de 2011

Cafés veraniegos



Los amantes del café que visiten Italia durante la calurosa estación estival no tienen por qué prescindir del placer de tomarse un buen café, sólo saber elegirlo bien para que su disfrute sea completo. Por ello, durante los meses de calor junto a los clásicos como el espresso o el capuccino surgen otros tipos de café que, sin perder su calidad y sabor, incorporan una característica particular, refrescan, ayudando a combatir el calor. Los tres más habituales son el caffè freddo, el caffè in ghiaccio y el caffè shakerato




El caffè freddo (café frío) no es más que un café con leche fría. Aquí añadiré una recomendación: Hemos visto a muchos extranjeros pedir un capuccino con leche fría, ante lo cual el camarero intenta evitar poner una expresión demasiado desagradable. La explicación es muy siemple: La magia del capuccino es la espuma que consiguen hacer con la leche muy caliente, por lo que, si ésta está fría, no producirá espuma y, por lo tanto, no será un capuccino, sino un caffè freddo.

El caffè in ghiaccio (café en hielo) consiste en verter un espresso muy caliente y ya azucarado, si se lo quiere así, en un vaso de tubo largo lleno de hielos. El café se enfría muy rápido sin perder su aroma. Sin embargo, es importante que los hielos estén recién sacados del congelador para que con el cambio de temperatura no se deshagan en exceso y agüen demasiado la bebida. 



La elección más sofisticada y también la más cara de todas, es el caffè shakerato. Los ingredientes son los mismos que los del caffè in ghiaccio, es decir, espresso, azúcar e hielo. La única diferencia es que, en vez de en un vaso de tubo alto, los ingredientes son añadidos en una coctelera y agitados durante  aproximandamente un minuto. Si se bate demasiado, el café se aguará demasiado. Después se vierte en un vaso alto con cuidado de que no caigan hielos. El resultado es una gran capa de espuma de café, muy cremosa.

Tan sólo queda elegir. ¡Buen café!

miércoles, 24 de agosto de 2011

Sacro Monte di Varallo


La Valsesia, al norte del Piemonte, esconde muchos tesoros y no sólo naturales. Este valle, que hace frontera con Suiza, es rica en rincones escondidos y lejanos del ritmo abrumador de las ciudades. De hecho, el pueblo más grande es Varallo, una pequeña localidad de unos 7400 habitantes donde el tiempo parace haberse detenido y donde acaba la vía del tren.


Una de las joyas que esconde el pueblo es su Sacro Monte, el más antiguo de los que existen en el Piemonte, y sin duda uno de los más bellos, no sólo por su ubicación si no por su ser un conjunto monumental único en el mundo.

Fue fundado por Bernardino Caimi hacia 1491, en la cima del Monte de las Tres Cruces, con el único fin de que quién no pudiera peregrinar a Tierra Santa tuviera un poco de ella más cerca. Este Sacro Monte se configura en capillas, las primeras realizadas por Gaudenzio Ferrari (artista que ha sido nuestro mejor descubrimiento en nuestra visita al norte de Italia) y se fueron añadiendo capillas con las escenas de la vida y Pasión de Cristo y otros hechos biblícos hasta el siglo XIX, siguiendo aproximadamente el estilo original de las primeras hasta un total de 45.



Estas escenas, algunas llenas de recogimiento, otras de velocidad y movimiento, sorprenden a propios y a extraños que sin duda se asoman a estas capillas para ver el tema principal y todos los detalles que le acompañan. Sorprenden las grandes escenografías como la de la Crucifixión o la Caída de Cristo, y también escenas como la Creación, llena de animales fácilmente reconococibles por su naturalismo. Otras capillas como la de la Matanza de los Inocentes llegan a sobrecoger ya que este mismo naturalismo hace que la escena parezca una fotografía hecha en algún momento del pasado, llena de pathos y de terror en los rostros de las madres que intentan proteger a sus hijos.


Una de las últimas capillas no muestra una escena biblica, sino que en ella aparece San Carlos Borromeo,delante de la reliquia de la cama en la que durmió, que observa el cuerpo de Cristo yacente. El recorrido acaba con la Dormición de la Virgen, aunque también os recomendamos que visiteis la basilica y sobre todo que os senteis en uno de los bancos cercanos a la cabecera para observar todos los detalles que aportan sus imágenes.


En la actualidad se puede subir en coche, a pie o en funilicular, que es la opción que nosotros preferimos por ser la más cómoda y por las vistas que ofrece la subida sobre el Valle.

En definitiva, una visita recomendada para los que creen y para los que no, para amantes del arte y de la naturaleza, ya que se puede disfrutar a muy distintos niveles, cualquiera de ellos bonito a su forma.

martes, 23 de agosto de 2011

Museo del Automóvil de Turín

Para los apasionados por los coches el Museo Nazionale dell'Automobile de Turín es una parada oblidada. Y para los que no lo son tanto, también, ya que en él se cuenta, de manera entretenida y didáctica, la historia del último siglo y medio a través del coche, cómo los cambios sociales, de gusto y de pensamiento, las guerras, los periodos de abundancia y de carestía, los descubrimientos y el desarrollo de la ciencia dejaron su impronta en el automóvil... y viceversa. Porque el desarrollo de estos vehículos cambió la fisonomía de las ciudades, el paisaje se cubrió de la red que configuran las carreteras, se modificaron los conceptos de velocidad, de distancia y de tiempo y, con ellos, las relaciones entre las personas y de éstas con el espacio. 

Maqueta del Cugnot de 1769                                                                            Fiat 8 HP original de 1901

El Museo comienza con una sala dedicada a los primeros inventos de máquinas que no necesitaran la tracción animal, algunos ingenuos, otros originalísimos, la mayoría irrealizables y visionarios. Después, un recorrido que se inicia con los coches de caballos, aparecen las primeras soluciones con vapor, se llega al motor y a partir de este momento, se expande y desarrolla la industria del automóvil, surgen las cadenas de montaje y algunos modelos se vuelven asequibles, otros siguen siendo piezas lujosas que pocos pueden costear, aumentan la velocidad, las marchas, los accesorios, y van perdiendo gradualmente esa apariencia que los ligan aún a las carrozas, se pasa por las dos guerras mundiales, los locos años veinte, las crisis del petróleo, la separación entre los grandes coches americanos y los pequeños y económicos europeos, los años sesenta, la Fórmula 1 y los nuevos coches electricos, hasta acabar con un prototipo que aún no ha salido al mercado. 




Todo este recorrido está explicado con paneles y escenografías muy dinámicas e ilustrado con auténticos coches. Y esto es solamente la segunda planta del Museo. Tras conocer la historia se está preparado para ver los entresijos que esconden estas máquinas, el constante desarrollo de los motores, explicados con técnicas museográficas actuales. 




La primera planta parece responder a varios tipos de curiosidades ligados al automóvil. Muestra las fases de montaje, los grandes diseñadores, tiene un apartado de publicidad con la evolución de los anuncios, tanto gráficos como televisivos, y otro en el que se exponen los abusos a los que se pueden llegar creando objetos kitsch basados en coches o con partes de éstos, con un video de coches estrafalarios. 




Un museo actual, didáctico, entretenido para niños y adultos, en el que la única premisa es "no tocar". Y cuesta cumplirla.

lunes, 22 de agosto de 2011

Primeras impresiones de Nápoles

Vista de Nápoles desde la Cartuja de San Martino
 
No se puede decir que Nápoles enamore desde el primer momento, son necesarios varios días para comenzar a apreciarla, pero pasada la fase de rechazo se le empieza a coger cariño y, al final, da pena tener que dejarla. De todos modos, reconozco que si tuivera que vivir en ella una larga temporada me costaría bastante.
Una calle del Quartiere degli Spagnoli
Lo primero que te choca nada más llegar es la suciedad. No es sólo basura tirada en las calles, que también, sino que el suelo, las paredes, los bancos, todo está manchado, una suciedad vieja, incrustada en la propia ciudad. 

Su olor te golpea y nunca te llegas a acostumbrar, aunque aprendes a tolerarlo. Instinto de superviviencia, será. Hay que reconocer que hemos estado en agosto, en plena ola de calor, quizás con menos temperatura su olor sea más soportable. Otro inconveniente es la humedad, propia de una ciudad costera, que incrementa la sensación térmica y la vuelve pegajosa. 

Resumiendo, estoy presentando Nápoles como un lugar sucio, tórrido, húmedo y apestoso. Aún puedo aumentar la lista.

Su luz, fortísima, insoportablemente nítida, cegadora desde el amanecer. Es curioso que a una sevillana que vive en Roma, dos ciudades tan luminosas, le llegue a molestar la luz del sol, imaginad hasta qué ùnto tiene fuerza el sol napolitano. 

Las calles, estrechas y ennegrecidas, están abarrotadas de personajes extraños que generan desconfianza, que gritan y gesticulan, con botones desabrochados y camisetas remangadas dejando ver sus vientres.

Claustro de Santa Chiara
El panorama parece desolador. No busco desalentar al viajero, sólo prevenirle de lo que se va a encontra rnada más llegar. Y sin embargo, a pesar de todo, Nápoles tiene encanto. Quizás porque conserva como pocas ciudades un carácter popular y autóctono, costumbrista se podría decir, que te hacen dudar en qué década te encuentras. 

En sus calles puedes encontrar hortelanos que vende su fruta en pequeños camioncitos, aguadores con las latas y botellas en cubos con agua, kioskos donde asan mazorcas de maíz a la vez que sirven granizados, pescaderías en las calles con peces saltando en cubos, cajas de verduras apoyadas en carromatos inclinados. Lo más curioso fue un chico que vendía bebidas en el tren, paseándolas en un cubo. 

La gente, que a primera vista puede generar dudas, ha resultado ser muy agradable. Los napolitanos, en general, son gente abierta y simpática que ofrecen su ayuda antes de pedírsela, que disfrutan hablando con extranjeros que se defienden en italiano, contándoles los secretos de su ciudad, que alaban con orgullo.

Castel Nuovo
Y la comida... dominan el arte de la pizza, que prepararan como nadie, pero también los pasteles y los helados. El placer por el buen comer queda plenamente saciado, y a precios muy asequibles. 

Y para los belenistas o los que, simplemente, disfrutan contemplando obritas de arte en miniatura, con sus vestidos, joyas, sus pequeños objetos de cerámica y forja, todo para el Belén, tienen una cita obligada en la calle San Gregorio Armeno.

Para acabar el elogio a Nápoles, daré unas notas de su patrimonio: tiene nada menos que cuatro castillos (Capuano, dell'Uovo, Sant'Elmo y Nuovo), fantásticas iglesias, numerosos palacios, entre ellos el Real, y dos museos (Capodimonte y Arqueológico) que son la admiración de todos. 

Nápoles, con sus contrastes, ha sido todo un descubrimiento, y no veo la hora de volver a perderme por sus estrechas callejuelas.

Una tienda de San Gregorio Armeno

lunes, 15 de agosto de 2011

Pinacotecas de Milán

Los tres grandes museos de pintura de Milán son el Museo Poldi Pezzoli, la Pinacoteca Ambrosiana y la Brera. Del Museo Bagatti Valsecchi no podemos hablar porque se toma el mes de agosto de vacaciones. Los precios para un estudiante de Historia del Arte son, respectivamente, seis euros, diez euros y gratuito. Los tres son lugares de referencia para el interesado por el arte y custodian algunas de las pinturas fundamentales de la historia, la diferencia es en qué condiciones las conserva cada uno.

El Museo Poldi Pezzoli muestra la colección privada y ampliada de Gian Giacomo Poldi Pezzoli. Además de pinturas, cuenta con tejidos y tapices, armas y armaduras, bronces y porcelana. Inaugurado en 1881, es una típica casa-museo, o lo era hasta 1943, cuando fue gravemente dañada por una bomba durante la contienda. Al ser restaurada, en 1974, se decidió no reproducir la decoración original historicista, y para recordarla en algunas salas se ha colocado una fotografia previa a la guerra. 

Llanto por Cristo Muerto de Botticelli

 Entre las pinturas que expone, destacan el Llanto por Cristo muerto de Botticelli, los Retratos de Lutero y su esposa de Cranach, San Nicola da Tolentino de Piero della Francesca, la Virgen con Niño y Retrato de hombre de Mantegna, la Imago Pietatis de Giovanni Bellini y el cuadro que se ha convertido en el emblema del museo, el Retrato de dama atribuido a Pollaiolo. 

Retrato de dama atribuido a Pollaiolo

La Pinacoteca Ambrosiana tiene origen en la iniciativa cultural del cardenal Federico Borromeo, en 1618, uniéndola a la Biblioteca y a la Accademia del Disegno. Aunque sea algo más cara, la calidad de sus cuadros hace que valga la pena gastarse un poco más de dinero, porque la Pinacoteca no defrauda. Es difícil elegir qué obras destacan, pues expone joyas como el Músico de Leonardo, la Madonna del Padiglione de Botticelli, la Adoración de los Magos de Tiziano o el cartón de la Escuela de Atenas de Rafael. 

Músico de Leonardo da Vinci

Pero para mí, la más increíble de todas es la Cesta de frutas de Caravaggio. Simplemente, esta pintura deja sin respiración y las palabras desaparecen de la mente durante unos instantes. Resumiendo, me produjo lo que se conoce como el "síndrome de Stendhal". 

Cesta de frutas de Caravaggio

Y de lo sublime pasamos a la crítica que merece el último de estos grandes museos, porque el estado de las pinturas de la Pinacoteca de Brera es, cuanto menos, lamentable para un museo local, más aún cuando se trata de uno de los museos más importantes del mundo. Los cuadros están sucios, tanto que es complicado en algunos de ellos adivinar los colores originales y su calidad técnica. 

El beso de Francesco Hayez

 La gran mayoría de esas pinturas no ha conocido una restauración en muchas décadas, ni siquiera los grandes hitos del arte como el Cristo muerto de Mantegna o el  Descubrimiento del cuerpo de San Marcos de Tintoretto han sido limpiados. Mejor suerte han tenido la Pala Montefeltro de Piero della Francesca, los Desposorios de la Virgen de Rafael y El beso de Hayez. 

Cristo muerto de Mantegna
 
La Pinacoteca, localizada en el convento jesuita de los Humillados de Santa Maria Brera, era un foco cultural importante, compuesto por la biblioteca, la escuela y el observatorio astronómico. Con la supresión de la Compañía en 1772, la emperatriz María Teresa de Austria transformó el edificio en Academia de Bellas Artes, aún existente en la planta baja del edificio. Sobre ella está la Pinacoteca, que aparte de los cuadros ya mencionados, tiene un Caravaggio, la Cena de Emaús, y pinturas de Gentile da Fabriano, Carpaccio, Tiziano, Lotto, Giovanni Bellini, Tintoretto Mantegna, o Veronés. Sólo la enumeración de estos artistas debería suponer un estado de conservación digno de sus obras, algo lejano a la realidad.

Descubrimiento del cuerpo de San Marcos de Tintoretto


El Cenacolo Vinciano de Milán

Refectorio, cuartel, escombros tras la bomba que cayó en el Monasterio de Santa Maria delle Grazie en 1943, y hoy uno de los espacios expositivos más visitados de la ciudad. En efecto, la vida del hoy conocido como Cenacolo Vinciano de Milán no ha sido fácil y que haya llegado hasta nosotros ha sido cuestión de suerte.
Vista del Cenacolo y la Crocifissione del Montorfano tras el bombardeo de 1943
En ella se custodia uno de las obras más reproducidas de la Historia del Arte, la Última Cena de Leonardo da Vinci, que ya, por sí misma, que siga en la pared es un milagro ya que da Vinci utilizó una técnica experimental y que no dio muy buen resultado: la tempera sobre la pared seca en vez de la tradicional técnica del fresco. Los resultados inmediatos parece ser que fueron excelentes ya que esta técnica le permitía a Leonardo rectificar errores y conseguir mejores detalles.


La obra fue ejecutada entre 1494 y 1497, y es sabido que el trabajo fue bastante inconstante. Unos 20 años después la pintura ya presentaba signos de avanzado deterioro, tanto es así que en el seicento, el cardenal Federico Borromeo encarga al Vespino una copia, aunque no la llama copia sino reliquia, de la Última Cena de Leonardo. Tras la última restauración en 1999, la pintura ha vuelto a su composición original eliminando todos los añadidos.

La Última Cena de Leonardo da Vinci

Visitar este espacio es algo único. La visita dura 15 minutos y hay que reservarla con antelación (http://www.vivaticket.it/?op=cenacoloVinciano) pero merece la pena.

Lo primero que se hace es esperar unos minutos a que abran las puertas. Mientras tanto os aconsejamos que leaís los paneles que os darán bastante información sobre el monasterio y sobre el cenacolo. Después se accede a un sistema de puertas que se abren y cierran alternativamente para conservar la temperatura, que no hacen más que aumentar la expectación del visitante, deseoso de que se abra la última barrera entre el claustro y el antiguo refectorio.

Una vez que se traspasa la penunbra invadirá vuestras pupilas que tardaran unos segundos en hacerse con la tenue luz con la que se custodia las pinturas, porque no sólo está presente la cena, si no que también se puede contemplar la Crucifixión del Montorfano, una obra entre el gótico y el Renacimiento que también merece la pena ser contemplada. Y es lo primero que os recomendamos que hagáis, porque miengtras que una marea de personas va hacia la pintura de Leonardo, podréis tener para vosotros solos esta otra pared.
Crociffisione del Montorfano
Una vez vista esta otra pintura es el momento de llegar a La Última Cena y observar todos sus detalles, sentarse en los bancos puestos en frente de ella para tener una visión similar a la que tendrían los mojes durante sus comidas, deleitarse con su perpectiva y con las diversas posiciones de los apostoles, y por qué no, ser uno más de aquella mesa.

domingo, 14 de agosto de 2011

Visiones de Como


Como era un lugar por el que sentíamos gran curiosidad. Por un lado, el gran lago entre montañas verdes, rozando ya Suiza, surcado por las embarcaciones y algún que otro hidroavión, rodeado de casas con un romántico toque de dejadez. 



Por otro lado, la ciudad de fachadas decoradas con esmero, llena de veladores donde parece que se encuentran todas las personas que faltan en Milán, su centro medieval con la Catedral, el Broletto y, ya a las afueras, la románica iglesia de Sant'Abbondio. 


 La Catedral es una joya medieval comenzada en 1396 en la época de dominio de los Visconti. El paso de los siglos hicieron que el interior se decorara con gusto renacentista y que los artistas que pintaran los cuadros de varios de los retablos no fueran otros que Gaudenzio Ferrari y Bernardino Luini. Aún otro estilo dejaría su huella en la Catedral, el barroco de la cúpula diseñada por Filippo Juvarra. 


Quizás lo que más destaca al viajero cuando llega a la plaza es la contemplación de la fachada gótica, con esa línea triangular tan típica de la Lombardía, decorada con esculturas de los Rodari y ese magnífico rosetón. Y adosada a la Catedral, el Broletto de piedra bicolor.


 
El lago de Como, desde el paseo que bordea la orilla, ofrece unos paisajes dignos de ser fotografiados, y las vistas que se obtienen desde la cima de la loma vecina, si se tiene la suerte de que funcione el funicular, son espectaculares. Con forma de Y invertida, es el lago más profundo de Italia, llegando a los 410 metros, y el tercero más grande. 



La calidad de las fotos podría ser superior y, sobre todo, potenciar más los colores de esa tarde algo nubosa poco antes de la puesta de sol, pero las circunstancias nos han quitado la reflex de las manos y tenemos que contentarnos con la nueva cámara, que hace lo que puede.

Espero que transmitan un poco lo maravilloso del lugar.




viernes, 5 de agosto de 2011

5 de agosto de 358. El milagro de la nieve

Tal día como hoy, en 358 d.C., hubo una nevada en Roma. Pero no fue una nevada común, si no que fue la que pronosticó el patricio José al Papa. Este patricio romano y su esposa, ante la imposibilidad de tener hijos, rogaron a la Virgen para que les aconsejara cómo invertir sus bienes para que la comunidad cristiana pudiera hacer uso de ellos.

El milagro de la nieve, Bartolomé Esteban Murillo. Museo Nacional de El Prado.

El lugar donde nevó aquel verano es la cima del Esquilino, o lo que es lo mismo, el lugar donde se
yergue la Basília de Santa Maria Maggiore, una de las cuatro Basñilicas Mayores de Roma y visita obligada para los que vienen por primera vez y para los que no.

Da lo mismo si es el primer día o no que se está en Roma, lo cierto es que si estás el 5 de agosto debes pasarte por esta Basílica, y no por el placer estético que producen su arquitectura, sus mosaicos o sus pinturas, si no por la forma en que los romanos rememoran este particular sueño.

Hoy hemos podido asistir a uno de los eventos religiosos con más devoción en la ciudad, y es que en la misa de las 10:00 y en la de las 17:00, una marea de pétalos de rosas blancas caen desde el techo para crear una alfombra blanca delante del altar, algo sublime si además está acompañado por música, coro y personalidades religiosas con sus más altas galas.

Lluvia de pétalos sobre el altar de Santa Maria Maggiore. 05/08/2011

jueves, 4 de agosto de 2011

Non solo pizza: la Piadina

Si se piensa en Italia desde el punto de vista culinario, inmediatamente vienen a nuestra cabeza la pasta y la pizza, pero este país es mucho más que eso. Basta con viajar un poco por sus diferentes regiones para darse cuenta de que hay mucho más.

En nuestro último viaje a la Romagna vimos que en los restaurantes y tiendas de comida lo que predominaba no era la pizza sino la piadina.

La piadina es una especialidad culinaria típica de esta zona cuyos indredientes, según pudimos ver, eran harina, sal, una pizca de bicarbonato, manteca de cerdo y la suficiente agua para crear la masa, que posteriormente se cocerá en el horno.

No hay más que decir que esta masa no se come sola, si no que se la puede rellenar de tantos ingredientes como uno quiera. La que vimos que se repetía con más frecuencia era la de rúcola, tomate y mozarella, aunque también la probamos con higos caramelizados y squacquerone (un queso fresco también típico de la Romagna) y estaba deliciosa. En algunos sitios vimos lista de más de 50 variedades, tanto saladas como dulces.

Históricamente, la primera reseña que se tiene de la Piadina es de 1371 cuando se cita en la Descritio proviciae Romandiolae, y muchos han aludido a ella, como Pascoli o Marino Moretti en La Pie (il pane dei poveri), de quien os dejo unas líneas esperando que si visitáis la Romagna algún día, también vosotros deleiteís vuestros paladares con este gustoso manjar:

..."Ella era una donna antica, un'azdora (la massaia) della tradizione e si mostrava contrarissima alle azdore giovani che facevano della piada una pizza, un dolce qualsiasi, adoperando - le schizzinose - il puro fior di farina, gramolando e impastando col latte, lo strutto e la chiara d'uovo, aggiungendo perfino alla miscela appiccicosa quell'altra porcheriola del bicarbonato!
La piada era la piada: era pane."...


Dónde comimos:
Bologna; La Piadineria, via de´Falegnami.

Ravenna; La Piadina del Melarancio, via IV di Novembre.